Testimonio de un enfermo alcohólico de SAMPEDREÑA

Me piden que si no me importa escribir mi experiencia de bebedor, por si le pudiera servir a alguien que se interese en leerla.
No, no me importa.

Tengo 46 años, me llamo Miguel; y como decimos en las terapias, soy un enfermo alcohólico. Me gustaría poderte ayudar con mi testimonio.
En un momento de mi pasado reciente en el que no me hubiera importado morirme o suicidarme, tuve que tomar una decisión en un momento de lucidez, tras, seguro que de alguna resaca, mal cuerpo, culpabilidad, etc.
Estaba muy mal, no sabía si tenía problemas con la cocaína, con el alcohol, con los porros, con mi mujer, con la depresión, con no se qué. Lo único seguro era que tenía que buscar una solución a la situación a la que había llegado.
Físicamente era un viejo, mentalmente un loco que se pasaba todo el día disimulando. La única manera de encontrarme un poco mejor era drogado. No tenía ilusión por nada, y eso, para un trabajador Autónomo con estudios Medios, que le gusta leer, aprender, superarse, era para matarse.
Creo que probando, me pasé. Tenía todo lo que quería y probé cosas nuevas. No quería tocar la cocaína porque, como le decía a los colegas entre risas, ¡ No me atrevo a probarla porque me conozco y me engancho!. Pues la toqué, pues me enganché, y ¿porqué?. Por mi amigo el alcohol, el que me daba el punto, el simpático, el descanso del guerrero.
En las películas del Oeste los vaqueros después de muchos días en la ruta se desahogaban en la taberna, emborrachándose por lo bien que lo habían hecho, ¡qué bonito!, ¡qué demasié!, con pútas, alcohol, drogas, pero era lo justo.
El humano es un animal de costumbres, de normas preestablecidas, las cosas son buenas o malas dependiendo de si la sociedad o cultura de donde vives las permitan o aconsejen. Te dominan.
Me acuerdo de lo que decía en ocasiones mi padre, alcohólico, ¡El vino no puede ser malo cuando los curas dicen que es la sangre de Cristo!.
Así nos va.
Es muy difícil reconocerlo, pero os juro que es la única manera que yo he encontrado para solucionar todos los cacaos que me tenían privado de la libertad que supone la Sobriedad plena, no tomar la primera copa. Todo lo demás se soluciona con el tiempo, las asociaciones de ayuda, los compañeros, y las terapias.
Si como yo, tienes dudas y no sabes lo que te pasa, pregúntate.

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